
Ya anciano, enfermo, pobre y en gran parte olvidado, William Freise-Greene fue en su día muy diferente. Como el joven y apuesto William Green, cambió su nombre para incluir el de su primera esposa y así sonar más impactante para el trabajo de retrato fotográfico que tan bien dominaba. Pero también fue inventor, y su búsqueda de una forma de proyectar imágenes en movimiento se convirtió en una obsesión que finalmente cambió la vida de todos sus seres queridos.